CULTURA

t.A.T.u fue un mero truco publicitario pero un abrazo real para personas queer

t.A.T.u, la banda rusa que hizo explotar los televisores a principios de los 2000, fue producto de un truco publicitario, pero su efecto fue real.

La visibilización lésbica y el empoderamiento que generó fue particularmente inusual en Rusia. Con «200 km/h in the wrong lane», el álbum debut del dúo, vendieron 760 mil copias en Estados Unidos.

El video de «All the things she said«, lanzado en 2002, muestra a dos chicas con uniformes escolares y minifaldas bajo la lluvia, tomadas de la mano, abrazándose y besándose; un producto diseñado para generar «disrupción» entre las personas más conservadoras de aquella época.

Detrás de una reja, las chicas son observadas con seriedad por distintos grupos de personas. El video resulto retador, sexy y todo un éxito comercial.

Mientras el producto se convirtió en una monetización burda de la experiencia lesbiana exhibida a las masas, específicamente masculinas, la letra de la canción hablaba de un romance insurgente.
Pero ciertamente hay mérito en todo esto. No es cualquier cosa para hacer un producto como t.A.T.u en Rusia, un estado conocido por sus políticas anti-LGBTQI+ y expresiones abiertamente homofóbicas.

Fue uno de los videos musicales más controversiales en aquella época.

El dúo de pop ruso logró éxito mundial. t.A.T.u. alcanzó el tope de los rankings en Australia, Reino Unido, Alemania, Japón, Italia, Nueva Zelanda, Noruega, Estados Unidos y otros.

El video fue censurado en sitios como en el Reino Unido, donde hubo campañas francamente homofóbicas.

Sin embargo, la controversia de esta canción solo sería el inicio de una extraña historia en el mundo del pop.

La mente que diseñó t.A.T.u

El dúo se formó en 1999, o bueno, lo formaron Ivan Shapovalov y su socio. Shapovalov era un psicólogo que se dedicó al mercadeo y la publicidad.

El objetivo era crear una agrupación que fuera protagonizada por adolescentes y el nombre quedó «tattoo», una versión corta de una frase rusa que significa «esta chica ama a otra chica».

Lena Katina y Julia Volkova fueron seleccionadas. La idea, dada la popularidad de las películas para adultos lésbicas, era presentar un producto con similitudes.

Desde la raíz serían controversiales.

En 2003, aparecieron en NBC, pero con la condición era que no comentaran nada sobre la guerra de Irak.

En The Tonight Show with Jay Leno, uno de los programas más populares en el momento, protestaron usando unas franelas que decían en ruso: «Fuck the war».

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Pero bajo el truco publicitario, había algo a lo que no estaban apuntando y que quizá no habían considerado.

t.A.T.u fue inspirador para muchísimos jóvenes que seguían en el clóset, retando los parámetros de lo que se debía hacer y lo que no. El proyecto que comenzó como mero marketing terminó abrazando a un público que estaba silenciado.

Especialmente en su país.

El fin de la pareja que no era pareja

En diciembre del 2003, el documental Anatomy of t.A.T.u, salió en la televisión rusa.

La sexualidad de las chicas fue la gran bomba: Katina y Volkova no eran realmente lesbianas. Su supuesto queerness era una estrategia de mercadeo, manejada por Shapovalov.

El documental reveló, a su vez, que Katina estaba embarazada, era religiosa y creía que su carrera la forzaba a actuar «en pecado».

Desde ahí, su carrera fue en picada, separándose finalmente en 2011, tras años de idas y vueltas.

Ese año, Volkova hizo un comentario en un canal de televisión rusa, respecto a tener un hijo gay, que le trajo muchos problemas.

«No quisiera tener un hijo gay, ser gay no es natural… quisiera que mi hijo fuera un hombre de verdad»

Katina condenó públicamente los comentarios de su compañera y ésta, después, trató de hacer una extraña disculpa hablando de sus amigos gay, que no la salvó de las críticas.

Para un sector generacional queer, la de t.A.T.u fue una historia de emoción, traición e identidad.

Al menos nos dejaron un tema memorable y la visualización de una realidad. No está nada mal, si se considera que inició como un proyecto con el propósito más básico del mundo: ganar dinero.

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Diego Vega

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